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El training camp del Kometa Cycling Team en Oliva Nova, otro paso adelante del ciclismo húngaro

El año 2018 afronta su recta final y al mismo tiempo la temporada 2019 comienza a poner sus bases con las primeras concentraciones de pretemporada. Tiempos para descubrir nuevos materiales, para probar nuevos productos, para familiarizarse con nuevos patrocinadores, para intimar con nuevos compañeros y reencontrarse con los viejos. Primeros pasos de un intenso nuevo curso que se cimientan entre convivencias, trabajo físico, charlas y, unas veces más largas, otras no tanto, por supuesto salidas en bici. Las nuevas aventuras continental y sub23 del Kometa Cycling Team de la Fundación Alberto Contador comienzan su andadura en las sobresalientes instalaciones del Oliva Nova Golf & Resort y en ellas, invitados de honor, testigos privilegiados, oportunidad única, se encuentran cuatro jóvenes corredores de nacionalidad húngara.

Ferenç Szöllosi (1998), Abel Meszaros (2000), Hunor Mate Kiss (1999) y el júnior Ballint Varga (2001) se encuentran en tierras levantinas para compartir pedaladas con la estructura continental de la Fundación Alberto Contador. En unas horas han cambiado las bajas temperaturas e incluso las nieves que cubren algunos de sus lugares de origen por la amable climatología del mediterráneo valenciano. En el nuevo Kometa Cycling Team se escuchan mucho castellano y mucho italiano, por supuesto no falta el inglés; pero durante estos días también está teniendo su cuota de presencia el idioma magiar. Otra de las naciones cuyo ciclismo busca emerger en el marco de la imparable globalización del ciclismo. Un país con sus antecedentes. Y sus señales de futuro.

Hungría, Budapest, acogió la segunda edición de los Campeonatos del Mundo, en 1928. László Bodrogi se colgó la plata en la prueba contrarreloj de los Mundiales de 1997 y en su carrera obtendría éxitos en la París-Niza, el Tour del Porvenir o la Volta al Alentejo. La Vuelta a Hungría recibió por primera vez en su historia la categoría 2.1 en este 2018. Barnabás Peak, el joven especialista en contrarreloj que ya es semiprofesional y ha pasado por la academia de la Unión Ciclista Internacional, se postula a sus 20 años en el siguiente gran nombre del ciclismo magiar. Acaso Ferenç, Abel, Hunor o Ballint puedan ser uno de esos nuevos nombres.

“Esta oportunidad es un privilegio, somos muy afortunados por poder estar aquí, en este marco incomparable, integrados en un equipo profesional, con la oportunidad de entrenarnos en las mejores condiciones, dedicándonos a entrenarnos y a descansar sin ninguna preocupación adicional. Es una tremenda oportunidad”, señala Szöllosi, el mayor de todos y con el que todos vienen a coincidir. “Vivir una experiencia así es un sueño cumplido, una realidad que me hará mejor ciclista”, aporta Mate Kiss. “No todos los días se tiene la oportunidad de convivir con un grupo de profesionales, un grupo además muy cohesionado, viviendo una jornada bajo un sol radiante y en un entorno donde no dejas de cruzarte con otros equipos, muchos de los más importantes de este deporte”, indica Meszaros.  “Todavía no me lo termino de creer, es una gran oportunidad para Hungría y para el ciclismo de nuestro país”, proclama Varga.

Las carreteras españolas son un terreno de juego desconocido para todos, un territorio del que elogian una sensación de seguridad con respecto a los coches que no tienen en casa, aunque los cuatro han tenido la oportunidad de competir, enrolados con su selección, en varias pruebas italianas, sobre todo por etapas, pero en algún caso también de un día. Fruto de esas andaduras con su combinado nacional, alguno de los corredores húngaros llegaba al stage con alguna cara conocida en su zurrón, como era el caso de Michele Gazzoli. En un país sin la tradición ciclista de otras naciones, Ferenç, Abel, Hunor o Ballint han vivido las semanas previas con cierta incertidumbre. “Sí, sabíamos que un grupo de corredores viajaría a este training camp, pero estaba por ver quiénes serían. Hace dos semanas o así que nos lo confirmaron”, manifiesta Varga. ¿Mariposas en el estómago a la espera de conocer las identidades? Los cuatro, con una sonrisa, asiente. En un país donde el ciclismo no es un deporte de masas, todos comparten sus primeros pasos en este deporte. Y también sus sueños de futuro. La progresión tras probarse en una carrera y ver que no se le daba mal.

“Mi ídolo es Alberto Contador”, destaca Varga. “Esa forma de correr, esa forma de pelear… Me encantaría ser como Contador”. Y sus tres compañeros, entre sonrisas distendidas, asienten. El futuro del ciclismo húngaro paso por ellos.

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